miércoles, agosto 15, 2007

Los demonios de la lengua

Los demonios de la lengua es un tratado teológico escrito por un clérigo español llamado Juan Antonio Llorente, en la época de la Santa Inquisición. Por ser escrito en clave, hasta estas fechas se ha traducido (por Ruy Sánchez, quien tuvo la suerte que llegara a sus manos.
El libro es en sí solamente una de las partes -la última- de este tratado. Fácil es resumir lo que se relata, mas no así el interpretarlo.
Es la historia de un monje, que llegó a oidos del autor por medio de la confesión. Él cree que tuvo una aparición al ver a un ángel y su fe en Dios se afianzó; pero por la duda creada por los demás monjes de la orden jesuita, le crean un conflicto interno. Posteriormente por boca de otro monje acusado de herejía hacía muchos años, le revela que eso que vio es sólo una más de las mentiras de la Inquisición y en general, de la religión.
Al comprender el clérigo la verdad que no se imaginaba, pierde la fe y la creencia en la religión, mas no así el amor a Dios, pues pensando aún en el destino de su alma, comienza a dar a conocer y criticar al Santo Oficio -que era el bien- deseando estar haciendo el mal para cumplir correctamente con lo que todo hombre poseído debía hacer.
Realmente me resultó y aún me resulta difícil interpretar este libro. Y muchas ideas se desprenden en mi mente al leer esto. El títutlo es lo que me crea incertidumbre: el demonio de las lenguas. En una primera leída deduje que este demonio se refería al verbo utilizado por los inquisidores. A la fuerza que poseían sus palabras con las cuales eran capaces de sembrar duda y hacer sentir a cualquier ser humano lo que ellos querían exactamente que sintieran.
En una segunda lectura me llegó la idea de que el demonio de la lengua no era sino todos aquellos deseos que llevamos dentro y que pensamos que son malos o que no debemos poseer. Todo lo que juzgamos con dureza en los demas, es lo que tarde o temprano nos invade y domina. Su nombre "de la lengua" se deriva de la forma en que este monje lo conoció. Le surgió por la boca atrapándole la lengua. O quizás sean las dos ideas a la vez. Mientras exista alguien que cuestione o que simplemente afirme algo, es suficiente para ir de un extremo a otro, en los que uno quede perdido y atrapado en las propias ideas y acciones.
Total que uno termina dudando también y pensando si todos nuestros conceptos son falsos, y si el obrar fieles a nuestra verdad es más equívoco que obrar en cuanto a la verdad de otros. ¿Alguien que haya leído este libro le entendió?

Alberto Ruy Sánchez
Los demonios de la lengua
Edit. EOSA
México 1987

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