Diego y Angelina mantuvieron relaciones sentimentales y de trabajao, durante 10 años rodeados de un ambiente y circunstancias austeras. La autora realza el dolor y la resignación vividos por la pintora al sentirse siempre en un segundo plano en la vida de su pareja. Con fiesa sus recelos y amarguras que sufre al perder a su ijo y al saber que tiene una niña con otra mujer.
Sin embargo, la admiración y el amor que profesa hasta el último año hacia el pintor, impregna cada página del libro de la satisfacción que brinda la sencillez del ser y del pensar.
Elena Poniatowska deja entrever a través de la lectura, una actitud más que resignada, inteligente; más que sumisa, humilde, y la admiración hacia Diego Rivera va volviéndose una admiración del lector hacia ella al gozar la superación, la inquietud profesional que la va motivando a seguir adelante, sobresalir y triunfar.
De la misma manera, se adivina la diferencia de orígenes que influye en el pintor para volver a su país. Un marcado nacionalismo -no así por parte de la rusa que comienza a inclinarse por México-, que lleva a confrontar dos etapas históricas: Las consecuencias de la guerra mundial en Europa y la posrevolución en México.
"Aquí todos son rostros claros sobre fondos más oscuros. En mi país todos son rostros oscuros sobre fondos claros".
Elena Poniatowska
Querido Diego, te abraza Quiela
Edit. ERA
México, 1989