lunes, noviembre 13, 2006

De Anima

De Anima es la conjunción de dos vidas, dos puntos de vista distintos y que sin embargo confluyen en una misma dirección.
El sexo es el eje de la obra del mexicano Juan García Ponce. La libertad para el disgrute y el goce del placer sexual hace que el lector se inmiscuya en la intimidad de la pareja.
La intelectualidad mostrada en las largas cavilaciones del hombre, le da el equilibrio a la superficial pero grata narración erótica. Sin embargo, el estilo al plantear el enfoque femenino devela que el autor pertenece al sexo masculino: la mujer sólo siente, goza y se deja llevar. El goza también, pero es el ente que vuelca su capacidad cerebral en la filosofía, el arte y el pensar.
La lectura de De Anima, excita y conduce a la comparación de la historia narrada con las fantasías sexuales que muchos tenemos. Significa el abrir la sexualidad y sensualidad al secreto compartido con los personajes, sin embrago, no deja de ser una fantasía.
Leer el delicioso placer que da el esclavizarse a la pasión y al sexo, y ser feliz; con la felicidad que da "el no esperar nunca nada y no arrepentirse de nada".
Paloma es la protagonista que desentraña y revierte el mito de la mujer frígida. Sin embargo, el alcance total y absoluto de su libertad sexual lo logra a través de la comprensión de su amante. La comprensión que da el voyeurismo y la depravación que atenta con lo estipulado por la sociedad.

Juan García Ponce
De Anima
Edit. Montesinos
México, 1984

miércoles, noviembre 08, 2006

Infinita

Ethel Krauze juega con la vida de tres personajes con características e historias cliché, donde el amor homosexual queda reducido a conductas viscerales.
La inestabilidad de las relaciones afectivas que pretende probar, lleva a la escritora a plantear a una mujer de 45 años (Leonor), homosexual, madre, hija traumatizada por su propia madre, con un lenguaje excesivamente juvenil para no dejar duda de su inmadurez.
La otra protagonista (Delfina), es una mujer treintañera, heterosexual (con fantasías homosexuales), profesionista, maestra de historia en la UNAM, casada, frágil, ingenua y estúpida al grado de jugar el juego homosexual sin darse cuenta.
La semilla de la discordia, el que entrega a Delfina en manos de Leonor y el que reta a Leonor, es Agustín, el esposo de Delfina.
Toda la historia es un cliché que en ocasiones raya en lo absurdo, como la vida placentera de Delfina que con un salario de maestra universitaria puede desayunar, comer y cenar casi diariamente grandes platillos y buenos vinos en excelentes lugares... ¡Por favor!
Más que una mujer en crisis existencial y otra que busca distraerse de su oscura vida matrimonial, la novela Infinita rescata la heterosexualidad y hunde a la homosexualidad dándole un origen psicopatológico: la poca o nula imagen materna.
Claro que todo lo anterior se justifica al entender que la independencia económica de ambas mujeres y sus sexualidades son accidentales. Ellas, según la obra, no lo escogieron. Ni la instrucción universitaria, ni la percepción de un salario, logran hacer madurar a las mujeres que, finalmente, siguen siendo frágiles, ingenuas, cómplices, dependientes emocionalmente, impulsivas, viscerales, celosas. Mientras que el hombre, sabio ser, sabe cuándo retirarse, cuando volver, observa y acierta, es inteligente, creativo y, finalmente, vencedor.
"Uno era un hombre con una pasión, la música, tratando de descubrir a la mujer que tenía delante. La otra, una mujer con una pasión: Delfina. Punto" (p.277).

Ethel Krauze
Infinita
Ed. Joaquín Mortiz-Planeta
Méxco, 1992