lunes, agosto 04, 2008

Lección de vida

Una niña, sentada en el escalón de la entrada de su escuela, esperaba a que su madre la recogiera. Mientras lo hacía observó a un insecto que, moviendo con rapidez sus delgadas patas, se acercaba a ella.

La niña tomó entonces una hoja, de las tantas que caían de un árbol cercano, y con ella alejó de un golpe al bicho y así evitar que se le trepara. Éste permaneció inmóvil un segundo, y de pronto retomó el camino otra vez con gran velocidad hacia donde se encontraba la pequeña.

Una vez más la niña, que no dejaba de observar al insecto, con la hoja lo aventó más lejos todavía que la primera ocasión. "Seguro ya se irá para el otro lado", pensó, pero el animal no lo hizo así. Otro segundo le bastó para ubicarse y ver todo el camino que la pequeña -por temor a que le hiciera daño- le había obligado a recorrer vez tras vez.

Cuando el bicho reinició la marcha con mayor empeño, la niña decidió mejor quitarse de su camino. Tanta insistencia de él la agotó y la hizo pensar que él nunca desistiría.



Se hizo a un lado y grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que ella no era el objetivo del insecto, sino el jardín que empezaba unos metros más adelante. La niña, más que aliviada, se sintió tonta. El animal no quería hacerle daño, sino llegar al pasto. Entonces decidió ayudarlo. Con la mismas hoja con que lo había lanzado lejos, ahora lo transportó en unos segundos hasta el prado.

Así sucede en nuestra vida. A algunas personas les da miedo tanta decisión y determinación, y tratan de apartarte de tu rumbo. No te des por vencido, por más que alguien o algo te regrese y obligue a empezar de nuevo. Busca tu objetivo siempre, inténtalo tantas veces como sea necesario. Tal vez, ante tus esfuerzos, alguien decida ayudarte y darte un empujoncito.

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